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Esto pasa con tu cerebro cuando aprendes otro idioma

Aprender un idioma diferente al materno representa diversos beneficios, pues el cerebro es diferente en fisiología y funcionalidad, comparado con el de una persona monolingüe.

Felipe Vega, académico del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que al aprender nuevos idiomas mejora la reserva de conocimientos y la plasticidad cerebral, así como las habilidades verbales, la velocidad de procesamiento mental y la flexibilidad cognitiva.

Por otra parte, el doctor Matt Davis, líder del Grupo Discurso y Lenguaje de la Unidad de Ciencias del Conocimiento y del Cerebro de la Universidad de Cambridge, dice que “La neurociencia es a la educación lo que la biología es a la medicina y la física a la arquitectura”. Davis es un pionero de la utilización del MRI o resonancia magnética en su aplicación a la educación, y ha llevado a cabo una larga serie de investigaciones para averiguar de qué manera reacciona nuestro cerebro cuando aprende uno o más idiomas.

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¿Cómo se beneficia el cerebro de una persona bilingüe?

Todavía hay muchas preguntas sin respuesta en torno a la investigación de Davis pero por ahora, te compartimos algunos datos interesantes que te ayudarán a comprender mejor lo mucho que le ayudas a tu cerebro aprendiendo un idioma nuevo.

El lóbulo parietal inferior izquierdo, que es el que está relacionado con el conocimiento de un segundo idioma, es mayor en las personas bilingües. Entre más pronto empecemos a aprender otro idioma (sobre todo, en la infancia), más estimularemos dicha región del cerebro.

James Flege, estudió el manejo del idioma entre los inmigrantes americanos, para explicar cómo la edad es esencial a la hora de adquirir una nueva lengua. Se dio cuenta de que, cuanta más edad tenían los exiliados al llegar a su país destino, peor aprendían el idioma. Un estudio realizado en 2004 por Patricia Kuhl, dice que los niños más pequeños sólo aprenden de su relación directa con el idioma, y no a través de los medios de comunicación. O sea que la radio y la televisión apenas representan un beneficio. Este es un proceso semejante al de los pájaros cantores.

Hay palabras que activan en el cerebro zonas semejantes a las que son estimuladas cuando realizamos actividades físicas, por ejemplo mover la lengua, los brazos y las piernas. La investigación de HaukJohnsrude y Pulvermuller en 2004, manifiesta que nuestro lenguaje y nuestro cuerpo están más unidos de lo que solemos pensar. Hablar es moverse.

Tu cerebro no descansa aunque tu cuerpo lo haga. Según una investigación realizada por el propio Davis, descansar correctamente era esencial para que un grupo de alumnos incorporase a su lenguaje las palabras que habían aprendido el día anterior.

Al aprender nuestra primera lengua, solemos utilizar fácilmente las reglas gramaticales, aunque en muchas ocasiones, no seamos capaces de explicarlas. En la segunda, el conocimiento gramatical es explícito, como solemos aprender otro idioma, y necesitamos conocer sus reglas de antemano. Sin embargo, si aprendemos ambas lenguas al mismo tiempo, la misma zona cerebral relacionará ambas lenguas y las pondrá en contacto para generar esquemas más complejos.

A través de un experimento, Davis muestra la palabra «verde» pintada de verde, la palabra “azul” pintada de azul, y la palabra “amarillo” pintada de amarillo. Luego, la palabra “azul” pintada de verde, y la palabra “amarillo” pintada de azul, algo que provoca confusión en el auditorio gracias a la información contradictoria. Algo semejante ocurre con los false friends(amigos falsos) o las palabras que se parecen a una de nuestro idioma pero significan algo completamente distinto. Las palabras compartidas en un idioma se procesan más rápido que los falsos amigos, ya que se produce una competición en la que uno de los sentidos del significante terminan ganando la partida sobre el otro.

Davis hace incapie en que el bilingüismo puede llegar a retrasar cuatro años la enfermedad de Alzheimer, pues forma una importante reserva cerebral, especialmente útil a la hora de combatir la degeneración cognitiva.

Es muy común que los alumnos se pregunten si es preferible estudiar una y otra vez o realizar exámenes. Davis decidió darles una respuesta a través de distintos experimentos: en uno, los niños estudiaban una y otra vez y repetían los exámenes, en otro se examinaban sólo de aquello en que habían fallado, y en otro de toda la materia. El autor se llevó una sorpresa al descubrir que los alumnos aprendían más haciendo test sobre todo, tanto aquello que habían acertado como aquello en lo que habían fallado.

 

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